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Como ya hablamos en otro de nuestros artículos, el lector digital es más intensivo: lee 16 libros de media anuales y compra más títulos que el lector tradicional. En la lectura colaborativa el usuario utiliza Internet y las redes sociales para buscar información sobre sus intereses y compartirlos a su vez. Por ello, la cuestión – como recalca José Cordón en su libro Polisemias visuales – es la siguiente: “¿Cómo se pueden potenciar las capacidades de lectura y pensamiento crítico con el uso de Internet?”
Desde que la red trajo consigo el denominado crowdsourcing (sin cuyo aporte sería imposible imaginar el trabajo actual en las organizaciones) la contribución abierta de conocimientos en la red ha traído consigo muchas ventajas no exentas de responsabilidades. Igual que el portal de contenido libre Wikipedia (el ejemplo más paradigmático de crowdsourcing) necesita la validación y edición entre usuarios; las bibliotecas precisan un portal de lectura colaborativa donde sus usuarios compartan la formación adquirida. Una biblioteca digital en la que, sin necesidad de desplazamientos, horarios ni imposiciones, cada usuario/lector/empleado tenga la posibilidad de compartir los contenidos y conocimientos que considere oportunos. De este modo se establece una retroalimentación muy positiva para las bibliotecas, con cambios visibles en un plazo de tiempo muy corto.
No obstante, sin este comportamiento participativo (que comparta, reaccione y comente) todos estos conocimientos – ahora disponibles para todos gracias a Internet – quedan anclados y estáticos en la web. Es necesario superar ese feedback encasillado en las redes sociales para generar una comunicación multidireccional; un crowdreading que solo puede ser factible si disponemos de las herramientas adecuadas. La solución es una biblioteca digital colaborativa con un club de lectura integrado que aúne todas las necesidades e innovaciones que requiramos.
Con la revolución tecnológica se abren miles de oportunidades con el fin de innovar en el sector de e-content. No es de extrañar, por ejemplo, que cada año se celebren más congresos y ferias destinados a desdibujar el futuro de la industria. Algunas de las más renombradas a nivel internacional son: ALA Annual, TLA Annual Conference o PLA Conference.
Pero todos estos contenidos, estas conferencias de expertos, carecen de sentido si no disponemos de portales de lectura colaborativa que nos permitan establecer comunicaciones, no solo bidireccionales sino multidireccionales. En la era 2.0 ya no puede existir el binomio autor/lector: todos podemos aportar nuestras ideas y conocimientos, enriqueciendo de este modo el imaginario colectivo y la interculturalidad. A nivel de contenidos no se trata solamente de una aportación o ventaja tecnológica, sino un valor que de momento se transcribe como diferencial pero que con el tiempo pasará a ser imprescindible.
A. Sánchez