Por Ainhoa Marcos, Education Country Manager Spain de ODILO
La innovación representa uno de los pilares esenciales para alcanzar con éxito los objetivos de la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Nos brinda la oportunidad de avanzar significativamente hacia un aprovechamiento más eficiente de los recursos, desarrollar modelos de negocio sostenibles y abordar de manera efectiva los desafíos sociales actuales.
En contraposición a lo que pueda parecer, España tiene un área de mejora en cuanto a la innovación. Si bien es cierto que, como parte de Occidente, las economías europeas están a la vanguardia tecnológica, la realidad es que al compararnos con nuestro entorno se hace evidente que aún tenemos trabajo por hacer. Actualmente, ocupamos el puesto 29 del ‘Índice Mundial de la Innovación 2023’ de la Organización Mundial de la Propiedad (OMPI). Casi veinte puestos por detrás de un top 10 que integran vecinos como Suiza, Suecia, Reino Unido, Finlandia, Países Bajos, Alemania y Dinamarca, entre otros.
Uno de los aspectos que debemos abordar para liderar la carrera por la innovación es reducir la brecha de género presente, en campos relacionados con la ciencia, la digitalización y tecnología, sectores fundamentales para las innovaciones que nos permitirán construir un futuro más próspero y respetuoso con el medio ambiente. Hacer una apuesta firme por la inclusión del talento femenino, como nos recuerda el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia de Naciones Unidas, celebrado cada 11 de febrero desde 2015, es crucial.
De acuerdo con el Observatorio ‘El ámbito de las STEM no atrae el talento femenino’ de la Fundación «la Caixa», en nuestro país las mujeres representan el 16% de los profesionales de estos campos –por sus siglas en inglés, Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas–. Si analizamos el interés por estas profesiones entre las más jóvenes, las cifras son aún más desalentadoras, con solo el 0,7% de las adolescentes interesadas en cursar estudios relacionados con tecnologías digitales, en comparación con el 7% de compañeros masculinos.
En este sentido, ya existen iniciativas a nivel legislativo que aspiran, no solo, a incentivar la digitalización en el ámbito educativo, sino a que este proceso se realice equitativamente, como el Componente 19 del Plan Nacional de Competencias Digitales. Además, ya hay comunidades y centros educativos que están tomando medidas para abordar esta brecha, implementando enfoques más innovadores para involucrar a las estudiantes en las disciplinas STEM.
Una manera de fomentar las habilidades STEM en las diferentes etapas educativas es, por ejemplo, priorizando las experiencias de aprendizaje que incluyan casos prácticos, pódcast técnicos, materiales divulgativos y otros recursos que supongan una motivación para las niñas. Un acercamiento más atractivo que pueda suscitar el interés y que lleva la formación más allá de los límites del papel. De igual modo, fomentando el uso de las innovaciones tecnológicas más punteras en el proceso de aprendizaje. La Inteligencia Artificial, el metaverso y las realidades virtual y aumentada son formas revolucionarias de educación acordes a los tiempos que vivimos, proporcionando herramientas más atractivas para despertar el interés y facilitar una mejor asimilación de los contenidos por parte de las nuevas generaciones.
Esta evolución de la educación nos invita a reflexionar como sociedad sobre la importancia de hacer partícipe al talento femenino en la innovación. En primer lugar, por los amplios beneficios que aporta en diversidad de perspectivas. El aumento de la representatividad de las mujeres entre los profesionales STEM permite tener un enfoque más enriquecido, por lo que implica contar con otras experiencias de vida. Lo que deriva en análisis, enfoques y planteamientos más completos y holísticos con los que llegar a nuevos hallazgos.
Asimismo, porque incentiva la competitividad, uno de los motores de la innovación. El desarrollo de un ecosistema en el que hombres y mujeres trabajan codo con codo permite configurar grupos de investigación y equipos más plurales y diversos. Es aumentar el número de profesionales que, con distintas capacidades, reman en la misma dirección para acelerar la búsqueda de soluciones para los retos que afrontamos como sociedad.
Y en última instancia, porque dejar de lado a la mujer en el sector STEM es infrautilizar el talento que tenemos como humanos al no implicar a la mitad de nuestra sociedad. Basta con pensar en los aportes tan significativos que nos regalaron científicas de la talla de Marie Curie, Rosalind Franklin o Dorothy Crowfoot para darnos cuenta de la necesidad que tiene el mundo de la ciencia, y con él la tecnología y la digitalización, de incorporar a las mujeres en todo el proceso innovador.
En definitiva, la consecución de los ODS pasa innegablemente por adoptar un enfoque innovador con el que hallar fórmulas que garanticen un cambio positivo en la sociedad. Y en ello, promover la equidad a través del talento femenino que contribuye a construir un camino aún más sólido.