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EdTech: del aula estandarizada a la educación personalizada del futuro

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Por: Sarah Harmon, directora general de ODILO

Tribuna publicada por EL ESPAÑOL

El modelo educativo vigente surgió para responder a las necesidades de la Revolución Industrial: formar en trabajos previsibles donde la memorización, la uniformidad y la obediencia predominan sobre la creatividad. Aunque contribuyeron al progreso socioeconómico, la realidad laboral contemporánea nos invita a sustituir este enfoque con modelos flexibles y personalizados, potenciando el talento e intereses individuales. 

El nacimiento de las nuevas tecnologías pone fin a la sociedad industrial y deriva en un ‘boom’ de oficios hasta ahora inimaginables. El 40% de las habilidades necesarias en el trabajo cambiarán para el 2030, según el Foro Económico Mundial (FEM), reflejando la volatilidad del mercado laboral y abriendo el debate sobre la utilidad del actual modelo educativo. En un momento en el que la digitalización, la automatización y la IA ya moldean los perfiles profesionales, ¿estamos preparando a los jóvenes para el futuro? ¿Estamos ofreciendo a los profesionales del hoy las herramientas para adaptarse a un mercado laboral tan cambiante?

Como propone la psicóloga Carol Dweck, la formación ya no es una etapa finita, sino un proceso continuo de la vida: «el aprendizaje continuo no es solo un reto técnico, es un cambio cultural. Debemos enseñar a las personas a creer que pueden seguir creciendo toda la vida«. Así, avanzamos hacia el lifelong learning, un paradigma en el que la educación es un camino de aprendizaje permanente, flexible y alineado con el momento vital que atravesamos. Esto plantea un desafío para el sistema educativo. Nos debemos preparar para el presente, y más aún para un futuro desconocido.

Frente a este reto, la personalización emerge como clave para amoldarse a un entorno diverso y variable. En este sentido, Benjamin Bloom, psicólogo y pedagogo, sostiene que el «aprendizaje personalizado puede generar mejoras de hasta dos desviaciones estándar en el rendimiento«. La evidencia de Bloom, ya en los años 80, mostraba que un enfoque personalizado puede multiplicar el rendimiento académico. Hoy, la tecnología permite hacerlo a escala. A través de las edtech, firmas de tecnología educativa, es posible llevar el aprendizaje a otro nivel facilitando herramientas, metodologías y formatos para una formación más personalizada, flexible y motivadora. Un enfoque novedoso y humanista en el que los contenidos se viven, se adaptan y conectan con las capacidades, intereses y ritmos personales.

Gracias a la integración de la tecnología en los procesos educativos, hoy es posible ofrecer a cada persona una experiencia de aprendizaje personalizada, que se adapta a su punto de partida, ritmo y contexto. Ya sea en la etapa escolar o universitaria, en el entorno laboral o incluso tras la jubilación, las edtech se consolidan como una herramienta clave para facilitar un aprendizaje continuo, flexible y pertinente. Su capacidad para ofrecer contenidos y metodologías adaptadas permite a cada individuo desarrollar las competencias necesarias para desenvolverse con éxito en la era digital, sin importar el momento vital en el que se encuentre.

Las plataformas educativas digitales usan ML e IA para diseñar itinerarios formativos a medida, crear ecosistemas de aprendizaje interactivos y evaluar el progreso individual continuada y dinámicamente. Además, democratizan el conocimiento derribando todas las barreras socio-geográficas en pro de una educación accesible, inclusiva y equitativa.

En este punto, es fundamental reconocer que la tecnología, por sí sola, no resuelve los problemas sistémicos que enfrentamos. También ha de considerarse que existe un consenso académico claro: el aprendizaje se potencia en entornos sociales, ya sea mediante la observación, el acompañamiento guiado, la interacción en grupo o las redes colaborativas, mucho más que en enfoques individualistas, por lo que no debemos perder de vista que somos seres sociales por naturaleza y que aprendemos mejor unos de otros. La tecnología puede facilitar esa conexión, pero nunca sustituirla.

Por eso, para que esta revolución educativa sea exitosa hay que poner al docente en el centro. De nada sirve innovar si no contamos con los que hacen posible la educación. La implementación tecnológica no sustituye al profesor. Refuerza su rol dotándole de soluciones digitales, formación continua y espacios para experimentar. Recursos para crecer personal y profesionalmente, mejorando la calidad de la educación que ofrecen al alumno, con un acompañamiento integral en modelos híbridos que aúnan lo mejor de la tecnología y lo más valioso del factor humano. De este modo, lo que más impacto tiene en el aprendizaje no es la tecnología en sí, sino el feedback continuo, la claridad de objetivos y la implicación del alumno. Las edtech bien diseñadas lo hacen posible.

Establecido lo anterior, llegamos a una conclusión ineludible: necesitamos una profunda transformación de los enfoques y métodos del sistema educativo. Pasar de un modelo centrado en transmitir contenidos a uno enfocado en las personas y que reconoce una diversidad de talentos, intereses y trayectorias. Poner fin a la educación estandarizada y avanzar a una formación flexible, personalizada, y que se renueva continuamente para responder a un futuro tecnológico tan prometedor como incierto.

La respuesta está en un ecosistema edtech global dinámico, creativo y comprometido, que propone usar la tecnología, no como un fin educativo, sino como una herramienta para hacer de la educación una constante de la vida. Una forma de garantizar que cada persona tiene la posibilidad de aprender a lo largo del tiempo y adaptarse a un mundo que evoluciona a pasos agigantados. Todo ello haciendo partícipe a la Administración, instituciones y centros educativos, sector privado y edtechs para dar el salto pendiente a una formación continua y transformadora. Sumando la fuerza de todos, y a través de la implementación tecnológica, alcanzaremos una educación sostenible y real, capaz de formar a los profesionales del mañana y a los ciudadanos que construirán una sociedad más justa, inclusiva y diversa. La llave que abre la puerta a la educación del siglo XXI está en nuestras manos.

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